domingo, octubre 24, 2010

Perversiones (I)

En esta ocasión; queridos y apreciados lectores; me dedicare simplemente a desarrollar un poco de los placeres que me embriagan (por ende espero vuestra aceptabilidad).

La historia inicia un par de años atrás; cuando conocí entre muchas cosas, a una perversa damisela, que de solo verla encendía mis sentidos. A simples rasgos, no seria una modelo; pero su aura; que se embriagaba no solo con lujuria y carnalidad conservaba un tinte algo ingenuo. Nada mas atractivo, para un ser que pretende desvirtuar los pequeños virtuosismos que Dios a pretendido inundar. De piernas gruesas y toreadas; y un cuerpo proporcional, apto para cualquier banalidad y unos labios (queridos lectores) que harían que cualquiera quisiese embriagarse lentamente con aquellos manjares lujuriosos.

Su olor, era también un punto importante; algo fresco y dulzón; pero ante todo magro, puro, una mezcla entre sudor, lagrimas y feromonas que harían vibrar cualquier cuerpo por mas inhóspito y frió que pareciere. Recuero que cuando la observe llevaba un vestido negro, provocador y altanero, no mostraba mucho, pero a veces el rasgado de su falda hacia que la vista se cruzase un poco y cada vez mas arriba de sus pantorrillas; respecto a la zona del busto, el escote en V, hacia que sus pechos sobresaltaran de forma vibrante ante los ojos de cualquier espectador. Su cabello, castaño, caía sobre su espalda, junto con una o dos suaves gotas de sudor. Sus labios carmesí, parecían explotar de sexo al solo mirarlos.

Para romper el hielo, me acerque y fue cunado sus ojos, negros y fulgurosos se enfrentaron a los míos. Estaba mas que claro las intenciones que yo, humilde servidos; tenían sobre ella. Aun así, aquel día simplemente paso con un saludo, frió pero sexual, tanto así que aquella noche se me fue imposible contener el vigor de mi propio instinto. Pasó un tiempo para que, en medio de cientos de discusiones me dijese que era virgen; algo controvertida su confesión al paralelo de su energía; aun así queridos lectores, esta información solo hizo volverme mas animal, mas lascivo, mas carnal.

No puedo entender aun, porque terminamos solos en el cuarto de un hotel; ella algo feliz y yo reflexivo; ella jugueteaba alegremente con los bordes de la sobrecama mientras yo miraba con recelo una botella vacía de un trago color ámbar. Un repentino gesto me indico que debía girar y allí la vi; estaba tendida sobre la blanca sabana, sus ojos parecían perderse en un inexplicable éxtasis de placer, al tiempo que gotas de sudor caían desde su frente, intenten buscar una explicación razonable, la cual no me fue esquiva; allí sobre la cama, el dulce angelito inmaculado, movía su mano derecha con cual precisión que era casi imposible llegar a entender el repetitivo movimiento. Sus blancas piernas, abiertas de par en par dejaban observar una sensual prenda interior, de color rojo y adornada con un profundo encaje. Conmovido por la escena me tumbe sobre el sillón y disfrute en mi mente lo sucedido; desde mi posición observaba como pequeñas cantidades de flujo llenaban la prenda y como su cuerpo se arqueaba al ritmo de las repeticiones. Afloje mi corbata y me acerque, sin decir palabra alguna; fue entonces al estar ella completamente rendida a sus placeres, que mi mano acaricio su muslo...

Att: Lunther.


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